ESCEPTICISMO (definición Diccionario Real Academia Española de la Lengua)
Del lat. mod. scepticismus, der. del lat. mediev. scepticus ‘escéptico’.
- m. Desconfianza o duda de la verdad o eficacia de algo.
- m. Fil. Doctrina de ciertos filósofos antiguos y modernos que consiste en afirmar que la verdad no existe, o que, si existe, el hombre es incapaz de conocerla.
Han pasado ya diez años desde que me despedí de mi querida Escuela de arquitectura de Sevilla, pero todavía recuerdo los largos y profundos debates que manteníamos; debates sobre la fenomenología del espacio de las primeras obras de Herzog & DeMeuron, la composición deconstructivista de Bernard Tschumi en el Parc de la Villette o en las Obras de Enric Miralles, incluso había quién seguía anclado en los 70 con Aldo Rossi y Robert Venturi, cuya Biblia “Aprendiendo las Vegas”, publicada en 1972 y escrita junto a Denise Scott Brown, su amada esposa, fue utilizada por Rem Koolhaas como argumento original para fundamentar su estatus de macho alfa del pensamiento arquitectónico de principios de siglo, muy sutil todo.
En aquella época, la arquitectura holandesa nos deslumbraba, todo parecía brillar con una luz especial, como cuando te enamoras de alguien. Además de la irreverencia del propio Rem Koolhaas, con su aclamado “Fuck details”, alucinábamos con las maquetas de MVRDV, o el paisajismo de West 8. Yo mismo era de los que profesaba esta religión, despreciando abiertamente a grandísimos maestros como Álvaro Siza, a los que tachaba de aburridos e insulsos.
Después viajé a Oporto, una ciudad excepcional para aprender arquitectura, ya que permite visitar el mismo día varias de las obras más importantes y simbólicas de estos dos maestros contemporáneos. Yo recomiendo visitar por la mañana la Fundación Serralves, para disfrutar del paisaje que ofrece el jardín y la perfecta integración del inmueble en el mismo. Y dejar para la tarde la visita a la Casa de la Música, más centrada en los artificios luminosos.
La obra de Alvaro Siza es difícil de apreciar en una imagen, y aquí viene el principal problema, la arquitectura se transmite en catálogos visuales excepcionalmente diseñados, y muchas veces tendemos a valorarla únicamente por su presentación y por la calidad del diseño gráfico que la envuelve. Y es cierto que nadie puede negar el atractivo de la irreverencia del desprecio a la escala y a cualquier lógica de funcionamiento que se pretenda buscar en la Casa de la Música; pero no puede competir con la sensación de bienestar, variedad espacial y manejo de la luz que se perciben cuando paseas por Serralves.
Me ocurrió algo similar, pero en sentido contrario, cuando visité el MUSAC de Tuñón y Mansilla en León. El primer contacto que tuve con esta obra fue a través de revistas especializadas en las que se transcribía el discurso que se había empleado en el concurso, todo aquello de la analogía entre las vidrieras de la Catedral y los colores empleados en los vidrios que sirven como revestimiento de fachada en el edificio. En este caso, la argumentación (muchas veces empleada por todos) utilizada para localizar y justificar el proyecto, me pareció un poco superflua y me hizo enfrentarme al edificio con cierta desconfianza. Cuando entré en el edificio me quedé alucinado, resultó ser uno de los ejercicios espaciales más impresionantes de los que he tenido el placer de disfrutar.
Ha pasado el tiempo, y el panorama intelectual que subyace sigue siendo muy similar, quizás han desaparecido algunos prejuicios y se ha avanzado muchísimo en la representación, pero no hay nada nuevo bajo el sol. Aunque nadie puede negar el éxito y el atractivo de propuestas basadas en una estética y un diseño gráfico excepcional como la de BIG, que tiene pinta de ser el futuro heredero del Trono de Hierro arquitectónico.
Y es que por muy bella que sea una imagen o un argumento teórico, nunca podrá transmitir las sensaciones reales que ofrece un proyecto de arquitectura a quién lo usa y lo disfruta. Porque la arquitectura no es solo la imagen, tiene mucho más contenido, que en la transmisión es imposible de incluir.
Por eso, ya desde hace tiempo, cuando alguien, ilustrado o no en la jerga arquitectónica, me pregunta sobre mi opinión sobre la arquitectura, yo siempre contesto lo mismo: soy escéptico, hasta que no toco, no creo.
Vive le scepticisme!
¿Ya has acabado de leerte el artículo? 🙂 Si te ha gustado siempre puedes dejar un ❤️ y si te sigue picando el gusanillo te regalamos otra dosis de arquitectura.
Deja una respuesta