Tras muchos intentos de crear un urbanismo para los ciudadanos, ya sea por temas económicos, políticos o de desarrollo, las construcciones hasta la actualidad han generado un urbanismo que da la espalda a la sociedad. Este hecho ha conseguido que una parte de la sociedad haya acabado por darle la espalda a la ciudad. La otra parte, ha generado una movimiento social donde se crean distintas asociaciones que generan cada vez más propuestas que intentan adueñarse del espacio público.
Llegados a este punto planteamos la definición de refugios urbanos. Según la RAE refugio es todo aquel lugar que ofrece asilo, acogida o amparo. Cuando hablamos de refugios urbanos estaremos refiriéndonos a aquellos lugares que nos protegen y/u ocultan de la realidad de la ciudad – ciudad como elemento caníbal.
Este espacio de protección se crea en un ambiente hostil en cuanto a la (i)legalidad que supone su creación. De quién es la propiedad del espacio público, quién decide lo que se puede hacer y no, quién ha (im)puesto las normas en mi espacio (público).
En esta dirección aparecen diferentes colectivos, que contando con las asociaciones vecinales intervienen en el espacio público para apropiarse de ellos con refugios urbanos.
Entre estas preguntas se cuela Santiago Cirugeda que consigue «burlar» las leyes creadas para el espacio público. En un solar público pero de gestión privada instaló la Casa “Pollo”, que es un prototipo de vivienda mínima, económica y de fácil desarrollo. Es autogestionable por lo que puede instalarse en cualquier parte convirtiéndose en un reclamo para la población sin recursos.
Todo por la praxis desarrolla talleres de dinámicas diferentes de participación que aprovechan los espacios infrautilizados. Estos talleres se llevan a cabo dentro de burbujas inflables que se pueden ensamblar de infinitas formas sencillamente. Los talleres aprovechan este espacio efímero desde su construcción hasta que se desmantelan.
Algo tan complicado como puede ser la desaparición del automóvil en la ciudad, lo consigue Boa Mistura en un parking de Hamar (Noruega). Una invasión en la plaza de bloques de piedra consiguió que un espacio que no pertenecía a los ciudadanos se reconvirtiese para volver a las manos de estos.
Los refugios urbanos no solo se dan en el primer mundo, en Maputo (Mozambique) Basurama diseñó un espacio de juegos que consiguió activar espacios infrautilizados de la ciudad.
Ante una plaza dura y con muy buen soleamiento, Andres Jaqué consiguió crear estos «pequeños» refugios urbanos que transformaban tanto el espacio como el uso habitual de estos dispositivos.
Estas crisálidas de X-Studio se proponen como una intervención mínima en el espacio público. Estas cápsulas se aprovechan como espacios de reflexión instaladas en espacios residuales, permiten una visión translúcida del entorno sin ser visto.
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Adrián Zapatera dice
En cuanto a la forma del texto, genial, fácil sencillo y claro. Utilizando un recurso que, personalmente me encanta, la definición que te da el propio diccionario y posteriormente definirlo en extensión y profundidad. Hasta este punto genial, pero en cuanto a contenido… Yo no tengo ni idea de arquitectura, pero os diré una cosa, habeís conseguido engancharme a algo de lo que no sé, y eso no lo hace cualquiera… El contenido es absolutamente genial y claro, sobretodo para mi!
Felicidades por tan genial post que me ha llamado mucho la atención y me no me ha dejado indeferente!
Ángel Granda Pérez dice
Muchas gracias Adrián 😀 da gusto recibir comentarios así! Y sobre todo que te haya llegado tanto sin «tener ni idea de arquitectura», aunque seguro que sabes más de lo que crees!