En Gando la vida transcurre con calma: sólo ir a la escuela suponía, hasta hace poco, recorrer cuarenta kilómetros. En este pequeño pueblo de Burkina Faso aislado de las grandes obras e infraestructuras, Francis Kéré [1] ha querido introducir la arquitectura en toda su esencia.
Afincado en Berlín, con un estudio que no supera la veintena de colaboradores de distintos países, Kéré es la cara más visible de lo que podría llamarse «la Arquitectura de lo posible». Se trata de un concepto que a priori podría parecer poco clarificador pero que, analizando algunos de los proyectos de Francis y de otros estudios en África y Asia, resulta evidente.
Como afirma Mutonga Peninah en ArchiDATUM, una web especializada en arquitectura en África, «Sustainability acquires meaning, for those who struggle to define the term». Esta arquitectura, «influenciada por los parámetros del coste, clima, la disponibilidad de recursos y la viabilidad de la construcción» se fundamenta especialmente en la participación.
La Arquitectura de lo posible cumple, al menos, tres puntos imprescindibles:
- Contar con la población local, generando un canal que medie entre las administraciones que solicitan el proyecto y los vecinos que posteriormente lo vivirán día a día, modificando algunos de los aspectos que sean más relevantes para adaptarlos a sus necesidades y no sólo al programa oficial.
- Contar con las preexistencias y el entorno de manera significativa, teniendo en cuenta desde la ideación del proyecto cuáles son los factores limitantes (como por ejemplo el suministro de materiales, y costes de transporte), para que esos propios condicionantes ayuden a definir el proyecto.
- Hacer de la necesidad arquitectura. Nada es casual o superfluo, el presupuesto no lo permitiría, y los usuarios tampoco.
Especialmente relevante es la resolución in situ de problemas constructivos mediante la creación y utilización de material propio. En la mayoría de casos se crean bloques de arcilla, tierra y piedras para la ejecución del cerramiento.
Como solución constructiva a la poca capacidad portante de la fábrica, y para evitar su deterioro durante la temporada de lluvias, se ejecutan cubiertas prefabricadas con un lenguaje arquitectónico completamente distinto, pero que sin embargo cohesionan y permiten leer el proyecto en su conjunto.
Continuando con este lenguaje arquitectónico, el estudio belga BC Architects, destaca por su biblioteca en Muyinga, una pequeña localidad al Noreste de Burundi.
De manera sencilla, sin la necesidad de gastar grandes cantidades en el transporte y los acabados, se consigue crear un espacio que responde de forma eficaz a las necesidades, siempre en relación con los factores anteriormente mencionados y teniendo en cuenta las limitaciones del emplazamiento.
Los espacios interiores no tienen un uso estricto, permitiendo acercar y adaptar un lugar público a las necesidades de cada usuario.
El proyecto, caracterizado por la sobriedad de sus materiales y la resolución más eficiente posible del programa, responde a las premisas de una arquitectura dialogante, cercana y ante todo flexible con las exigencias de los usuarios.
Se trata de una arquitectura eficaz, difícilmente extrapolable a la realidad Occidental de manera directa, pero de la que se pueden adquirir interesantes ideas y conclusiones para entender y enfocar la proyección arquitectónica contemporánea hacia un «todo» ligado y relacionado con multitud de condicionantes; una disciplina decidida a responder, cooperar y adaptarse a cada situación que se le plantee.
[1] Francis Keré: es un reconocido arquitecto a nivel internacional que se centra en el desarrollo de comunidades rurales en África enfocando su trabajo a proyectos educativos.
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